Educar no es envolver en plástico de burbujas. Amamos a nuestros
hijos y nuestro objetivo en la vida es brindarles la mejor educación y
el mejor futuro que nos sea posible pero, a veces, los padres también
nos excedemos en nuestros cuidados.
Esto es lo que opinan los expertos que han comprobado en numerosos estudios que la actitud sobreprotectora de muchos padres llega a afectar al desarrollo de sus hijos.
Los padres tienen un papel fundamental en
el aprendizaje emocional de sus hijos. Las emociones negativas son un
aspecto necesario en el viaje del niño y debe ser él mismo el que se
enfrente a ellas y las resuelva.
La sobreprotección no se les deja crecer ni desarrollar su autonomía y
los convierte en adultos inseguros, miedosos, estresados, dependientes
de los demás y con poca tolerancia de la frustración, además de
problemas en sus relaciones sociales.
Por ejemplo, el hecho de no dejar que coman solos para evitar que se manchen les dificultará el aprendizaje del manejo de la cuchara y el tenedor.
Interceder siempre cuando hay una discusión con otro niño y darles la
razón sin establecer un diálogo les impedirá actuar por si mismos en un
futuro y hará más difícil la empatía.
No es cuestión de dejar que el niño resuelva solo todos los problemas
que se presenten, sino que los mayores le tratemos de acuerdo a su edad
y sepamos cuándo podemos permitirle hacer las cosas solos (experimentar
con la comida, aprender a vestirse…).
El contacto y juego con otros niños sin la presencia permanente de
los adultos, por ejemplo, le beneficiará en el desarrollo de sus
habilidades sociales y le enseñará a compartir y respetar a los demás.
Si, además, le pedimos su opinión y dejamos que exprese sus pensamientos
estaremos favoreciendo el pensamiento crítico y la toma de decisiones.
Otro de los problemas proviene de ofrecerle al niño todo lo que
quiere, incluso antes de haberlo pedido. Es normal que nos haga felices
poder cumplir todos los deseos de nuestros pequeños y que nos encante la
sonrisa que nos dedican cuando le regalamos algo que quería, pero hay
que tener en cuenta que recibir absolutamente todo lo que pide le
generará problemas de frustración cuando crezca. En lugar de darle todo
lo que demanda lo ideal es dosificar y enseñarle el valor del esfuerzo.
Si nosotros mismos les hacemos ver que existe cierta dificultad y
trabajo detrás de cada cosa acabarán siendo responsables e
interiorizando esa idea.
Por ejemplo, cuando nos piden un nuevo juguete y no hace ni una
semana que le compramos el último, lo ideal es dialogar con ellos y
hacerle ver que ya tiene cosas con las que jugar, enseñarle a
conformarse y a valorar lo que tiene en casa. Si de verdad quiere lo que
nos está pidiendo sería bueno que se lo ganara, por ejemplo,
ayudándonos en casa o realizando alguna tarea extra que nosotros
consideremos.
Algunos padres compensan las necesidades que pasaron de pequeños
colmando a sus hijos de atenciones y sobre protegiéndolos, pero
cualquier cosa, en exceso, no tiene efectos positivos.
FUENTE: http://blog.babydeli.com/2013/04/26/son-los-ninos-de-ahora-mas-inmaduros-consecuencias-de-la-sobreproteccion/
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